Santiago Nonualco no es solo un punto más en el mapa salvadoreño. Es la cuna de uno de los levantamientos indígenas más emblemáticos del país el de Anastasio Aquino y el corazón rebelde del departamento de La Paz.
Pero cada año, en el mes de julio, esta tierra de espíritu combativo cambia la lanza por la danza y se convierte en un escenario de cultura viva, tradición religiosa y alegría comunitaria.
Las fiestas patronales, celebradas en honor a Santiago Apóstol, transforman el municipio en un mosaico de fe, música, gastronomía y color.
Pero no es una fiesta más: aquí, la historia se entreteje con el presente en cada actividad, en cada procesión, en cada tambor de cofradía.
Así que no te confundas. Lo que pasa en Santiago Nonualco no es simplemente una celebración… es una manifestación cultural cargada de memoria ancestral.
Ubicado a unos 30 minutos de San Salvador, Santiago Nonualco es un municipio con fuertes raíces nahuas. Su nombre proviene de Nōnualko, que significa “Lugar de lagartijas” en náhuat.
Su geografía es rica en tierras fértiles, cafetales y cerros que han sido testigos de batallas, procesiones y fiestas durante siglos.
Su historia no es cualquier historia: es el pueblo que vio nacer a Anastasio Aquino, líder indígena que en 1833 se levantó en armas contra el sistema opresor.
Hoy, su figura sigue viva, sobre todo durante las fiestas, donde algunos actos le rinden homenaje simbólico. Aquí la cultura no está en los libros: está en las calles.
Las fiestas patronales se celebran en honor a Santiago Apóstol, el 25 de julio. Pero como todo buen festejo salvadoreño, las actividades arrancan desde los primeros días del mes y no paran hasta que la pólvora da el último estallido.
La agenda incluye:
Novenarios, misas y procesiones.
Reinados y desfiles.
Jaripeos y alboradas.
Conciertos, ferias y gastronomía típica.
Encuentros de cofradías y danzas tradicionales.
Aquí la fiesta no es lineal: es circular. Se respira desde el amanecer con cohetes, y se baila hasta que el cuerpo aguante.
Santiago Apóstol no es un santo cualquiera. Es el “Matamoros” de la tradición española: el santo guerrero que protegía a los cristianos.
En el contexto salvadoreño, su figura fue adoptada por los pueblos indígenas, pero resignificada: no como conquistador, sino como protector del pueblo humilde.
Durante las fiestas, su imagen es vestida con armadura, casco y espada, y es paseada en andas por las calles del pueblo. La gente le rinde tributo con rezos, ofrendas, y hasta con danzas indígenas que mezclan lo católico con lo ancestral.
Uno de los elementos más fascinantes de las fiestas en Santiago Nonualco son las cofradías indígenas. Estas organizaciones tradicionales, formadas por hombres y mujeres del pueblo, se encargan de mantener vivas las tradiciones religiosas y culturales.
Durante las fiestas, las cofradías:
Llevan a cabo procesiones al ritmo de tambores y flautas indígenas.
Preparan el altar mayor en honor al santo.
Organizan las “promesas”: votos religiosos donde los fieles se comprometen a servir durante años a cambio de favores o milagros recibidos.
Visten trajes tradicionales que combinan lo indígena y lo colonial.
Ver una procesión de cofradías en Nonualco es ver el alma de El Salvador caminando por sus calles.
Cada año se elige a la Reina de las Fiestas Patronales, una joven del municipio que representa los valores culturales, la gracia y la participación comunitaria.
A diferencia de concursos superficiales, aquí la reina no es elegida solo por su belleza, sino por su carisma, conocimientos sobre la historia local y su capacidad de representar al pueblo con dignidad.
La coronación se celebra con un evento colorido, donde se presentan artistas, bandas y se entrega el cetro con orgullo y música.
Durante los días festivos, el pueblo se llena de música. Las alboradas (despertares con cohetes, tambores y procesiones) son parte clave. Todos los días inician con explosiones de alegría literal. Si no te gusta madrugar, aquí te levantarán igual con pólvora y campanas.
Los desfiles escolares y comunitarios recorren las principales calles con bandas de paz, comparsas, carros alegóricos y grupos de baile. Todo el pueblo se involucra. Niños, jóvenes y adultos desfilan orgullosos mostrando su cultura.
Y por la noche, el parque central se convierte en tarima abierta con conciertos de:
Marimbas.
Música de viento.
Cumbia salvadoreña.
DJs y grupos internacionales invitados.
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Como buen pueblo con raíces agrícolas, el jaripeo no puede faltar. En las ferias ganaderas locales se organizan espectáculos de monta de toros, concursos de lazo y desfiles de caballos adornados.
Los jinetes locales son celebridades por una noche, y la comunidad se reúne para gritar, reír y vibrar al ritmo del rodeo. La tierra retumba, y la tradición se reafirma con cada toro que salta.
Las fiestas patronales de Santiago Nonualco también son un homenaje al maíz, a la gallina india, al atol, al pan casero. Aquí no se come para saciarse, se come para honrar.
Entre los platos tradicionales que encontrarás están:
Sopa de patas.
Tamal de gallina con pan francés.
Riguas con crema y frijoles.
Tortillas con cuajada.
Atol de elote y chilate con nuegados.
Todo cocinado con leña, servido en platos de barro o en hojas de huerta. Pura alma salvadoreña.
Durante las fiestas también hay eventos en homenaje a Anastasio Aquino, como presentaciones teatrales, recitales poéticos y visitas guiadas a los sitios históricos relacionados con su vida.
El parque central lleva su nombre, y en medio de las celebraciones no falta quien lo mencione con respeto. Porque Nonualco es tierra de fiesta, sí, pero también de memoria rebelde. Las dos cosas no solo coexisten: se alimentan entre sí.
En algunas casas se realizan velaciones privadas donde se comparte comida típica con los visitantes.
La imagen de Santiago Apóstol cambia de vestuario cada año, y siempre lo confecciona una familia distinta.
Las bandas de viento muchas veces improvisan tonadas indígenas mezcladas con cumbia.
Se hacen carreras de cintas a caballo en los alrededores.
Existe una tradición de quemar pólvora de manera sincronizada para “asustar al mal”.
Durante las fiestas, el turismo local se activa. Hay visitas al:
Monumento de Aquino.
Parque central y sus alrededores.
Iglesia parroquial de más de 150 años.
Ruta del café y el cacao artesanal.
Muchos salvadoreños en el exterior regresan en estas fechas para reconectarse con sus raíces, y encuentran en la fiesta una cápsula del tiempo emocional.
Más allá del folklore, las fiestas patronales son una herramienta de cohesión social. Se fortalecen los lazos comunitarios, se dinamiza la economía local, y se brinda a los jóvenes espacios para participar y expresar su identidad cultural.
Las escuelas, las iglesias, las alcaldías, los emprendedores y hasta los vendedores informales tienen su papel. Aquí nadie queda fuera.
Las fiestas patronales de Santiago Nonualco no son solo un evento religioso. Son una afirmación de identidad, una resistencia cultural, y un carnaval de emociones.
Es un pueblo que honra su pasado, vive intensamente su presente y enseña con orgullo a las nuevas generaciones que la tradición no es una carga… sino un motor.
Así que si alguna vez querés ver cómo se ve la historia bailando, tenés que visitar Nonualco en julio. Aquí no solo se celebra a un santo. Se celebra a un pueblo entero.
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